Entre todas las regiones de bosque ecuatorial, la zona fronteriza entre Ecuador, Colombia y Perú es una de las más ricas en biodiversidad. Desde que el gobierno ecuatoriano autorizó la explotación de los yacimientos de petróleo ha aumentado enormemente la tala de amplias superficies de bosque tropical y la población indígena del lugar ha quedado completamente desamparada.
La deforestación, además de otros atentados contra este ecosistema frágil, ha destruido sus terrenos de caza y, por consiguiente, su medio de subsistencia, forzando a los indígenas a migrar hacia las ciudades para procurar trabajo. Tampoco existe prácticamente ninguna posibilidad de formación que pueda ayudarles a salir adelante socialmente.
Todo estos factores han contribuido al hundimiento de las estructuras tradicionales de las comunidades indígenas. La situación se ha recrudecido, además, por los conflictos entre los diferentes clanes y tribus exasperados, pues desde el inicio de la explotación petrolera, el espacio vital de estas poblaciones se ha reducido al 5% de la superficie original.
Una biodiversidad única, la cultura indígena y alguna que otra oferta turística configuran el potencial de la región. Desde hace unos años, algunas organizaciones de las comunidades indígenas así como el Ministerio de Turismo se esfuerzan por potenciar estos recursos con objeto de crear nuevas fuentes de ingreso para la población local. Y en este esfuerzo precisamente interviene el proyecto de Cuisine sans frontières (Csf).
Mediante la organización de cursos prácticos, Csf ofrece a todos los habitantes de los pueblos indígenas una capacitación en materia de alojamiento y restauración. Las clases se imparten en un barco escuela ya que prácticamente todos los desplazamientos en la zona se realizan por río, la principal vía de transporte de la región.
Csf organiza cursos en el barco escuela entre cuatro y cinco veces al año, durante un mes y mientras el barco navega por el Río Napo. Quince alumnos aprenden durante la formación a acoger y hospedar a los turistas, a crear la estructura necesaria para proponer una oferta turística gastronómica, así como también las reglas de comportamiento y amabilidad en el trato con los clientes. Al acabar la formación, los alumnos diplomados pueden crear su propia oferta para el mercado emergente del ecoturismo o encontrar trabajo en una de las ciudades de la región.
Al finalizar cada uno de los ciclos, se organiza una fiesta a la que están invitados muchos de los representantes de las Comunidades. Los recién diplomados cocinan para sus huéspedes y se ocupan del servicio. Se consigue, así, no solo poner en práctica todo aquello que han aprendido, si no también proponer una plataforma de encuentro neutral con objeto de reforzar el sentido de comunidad entre los diferentes grupo indígenas que viven a orillas del Río Napo.
Este proyecto es apoyado generosamente por la fundación Beatrice-Caterina Zai (2020 – 2021), la fundación Temperatio (2019 – 2021), la fundación Maya Behn-Eschenburg (2019), la fundación Corymbo (2017 y 2018) y por la fundación SST (2017).